martes, 30 de agosto de 2011

El centauro en la ciudad – Esteban Moscarda


Cuando el centauro despertó, la ciudad de Buenos Aires estaba allí. Al principio, pensó que el sueño le seguía pintando el mundo y por eso las suaves colinas del Peloponeso se habían degradado en esa ruina de chatarra y ríos de cemento. Pero al pasar unos minutos, se dio cuenta de que ya no habría más banquetes eternos ni violaciones de tiernas ninfas: otra vez los dioses se equivocaban, lo despojaban de su alegría y, para colmo, lo transportaban a una ciudad extraña, en época de elecciones, con candidatos que no necesitaban de un centauro por esos días.
—Y bue, votaré al menos pior —se dijo mientras tomaba la bicisenda creyendo que en realidad era un camino para centauros y otras yerbas…

Sobre el autor: Esteban Moscarda

5 comentarios:

  1. Yo creo que es un buen destino para un centauro. Al menos, como lo describes, a mí me entraría la curiosidad por descubrir ese mundo de chatarra y hormigón, sobre todo si me dejaran usar el carril bici.
    Lo de votar, ya sería otra cosa.
    Buenísimo el cuento, Esteban.

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  2. Dejame pensar... ¿un centauro es un caballo descerebrado o un hombre con miembros extra? Hay gente que ha votado cosas peores...

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  3. Muy bueno, Estéban, por lo menos el centauro podrá usar la bicisenda, soñando que es su camino deseado.

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  4. Javi: tal cual, imagina cambiar las colinas griegas por la chatarra del XXI.
    Sergio: puede ser las dos cosas y te digo más, tal vez dentro de un par de siglos tengamos centauros políticos...
    María: gracias. Sabido es que la bicisenda es en realidad una teratosenda...

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  5. Me has hecho sonreir Esteban. Saluditos.

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