Desde cubierta, el joven miembro de la orquesta, saltó al iceberg contra el cual el Titanic se incrustara.
Sobre aquel precario equilibrio helado recordó el primer instrumento de su niñez, un tambor que su abuelo había hecho siguiendo los usos, según el anciano afirmaba, que sus ancestros celtas utilizaran para realizar conjuros.
Mientras el barco se batía contra el parche del agua retumbando por última vez, desplegó el piano que había guardado en el bolsillo y tocó aquellas melodías que todos sus compañeros de infortunio y aún el mar, recuerdan.
Acerca de Patricia Nasello
Muy lírico, Patricia y bello en su final.
ResponderEliminarBesitos
Muchas gracias, Elysa!!!!
ResponderEliminarLa magia del arte desplegando siempre sus prodigios frente a la desesperanza, frente a la muerte en todo tiempo, todo lugar, toda circunstancia... Saludos, maestra.
ResponderEliminarPoético, Patricia. Siempre es un placer leerte. Ya agregué mi imagen a tus gustadores. Bicos desde este mar. Miriam
ResponderEliminarMuchas gracias por tus bellas palabras, Pedro. Sábato decía "El arte es a la comunidad que el sueño al individuo, evita la locura."
ResponderEliminarMi mamá era maestra, debiste conocerla a ella. Ser maestra es tener un título nobiliario. El único que vale, en realidad.
Besos, mil.
Muchas gracias, Myriam... pero en realidad no has agregado tu imagen,(no sale fotito!) sino tus palabras.
Desde las sierras cordobesas, vuelan besos para el norte.
La imagen del piano saliendo del bolsillo me ha parecido extraordinaria.
ResponderEliminarBello Patricia, muy bello.
Besos desde el aire
Muchísimas gracias, Rosa!!!!
ResponderEliminarBesos desde el otro lado del mar