sábado, 5 de febrero de 2011
Problemas con las abducciones – Gabriela Baade & Sergio Gaut vel Hartman
—El psicólogo me dijo hace como cinco años que si triplicaba las sesiones a cuatro por día eso lo podía modificar, ¿entienden? Ya pasé por ocho internaciones, veinte electrochoques y setenta comas insulínicos, y sigo igual. Si no me muero, busco dobles. ¿Valen los espejos? ¿Qué veo cuándo me veo en el espejo? No me miro. No me llevo bien con las preguntas difíciles.
Los alienígenas de Kiromacho que habían llegado a la Tierra con el propósito de abducir algunos especimenes vivos destinados a los gabinetes xenobiológicos de su planeta, entrecruzaron los filóculos ventrales y agitaron las cilias dorsales. ¡Era desconcertante! ¿Y si todas las criaturas que obtenían eran como aquella?
—¿Qué hacemos? —dijo Ki’urt
Ji’erd, experto en lenguajes terrestres, se encogió de hombros, o algo por el estilo, ya que para encogerse de hombros hay que tener hombros. Al final llegó a una sabia conclusión.
—Rajemos de aquí.
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¡Sabia decisión! Y sabiamente relatado. ¡A por 10001 y ainda mais!
ResponderEliminarNo es la única invasión potencial que hemos abortado en su inicio. Los f'gihuts de Groombridge 1618 salieron corriendo después de leer los 5000 y pico de textos de Químicamente impuro. Razonaron: si estos tipos son capaces de imaginar cosas como esas, no queremos imaginar lo que harán con nosotros, que medimos treinta centímetros y nuestra carne es arcilla...
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