Helmut von Stahl llegó a América con un pasaporte francés a nombre de Anastase Venier, y se radicó en una pequeña ciudad del sur argentino. Nunca entendió por qué había tenido que abandonar Dresde, en su amada Sajonia, de apuro y sin desearlo. ¡Él no era un vulgar criminal! ¿Acaso el hecho de haberse encargado de los archivos lo hacía un asesino? ¡No señor! Pero ahora, su alma estaba alegre: por casualidad, casi sin querer, lo había encontrado a Él en una casita de un campo cercano a la ruta. ¡No podía creerlo! Después de tantos años y luego de que las noticias lo dieran por muerto. No hay que creer en rumores, se dijo Helmut, sólo hay que aceptar lo que tus sentidos le informan a tu intelecto. Sin embargo, encontrar en
Sobre los autores: Daniel Frini, Sergio Gaut vel Hartman

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