Llegaron al matrimonio enamorados, vírgenes y deseando tener muchos hijos. Cada noche intentaban hacer el amor, pero él era impotente, y ella frígida. Sin embargo, ambos despertaban sudados, relajados y felices. Con el primer embarazo, se sorprendieron. Pero no había sido Dios, ni producto de adulterio: el ADN confirmó la maternidad y la paternidad.
El diagnóstico de sexomia les pareció una solución maravillosa para tener un matrimonio perfecto y una familia numerosa.
Nanim Rekacz
Nanim Rekacz
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