
No se la razón del título. Tal vez porque las hojas y el color del fuego han hecho alianza en mi calle. Porque aquella tierra es dulce como son todavía las tardes o por el sonido que acompañan los pasos y la música de los arboles despidiendo el verano. O porque sí y ni la hojas, ni los meses ni los sonidos tienen el mismo sentido en aquel lugar, ni las mismas fechas. ¿Hay una imagen que explique con tanta eficacia como una sola palabra? No hace falta que declare solemne tampoco que el sol muere, de algún modo, en aquel disco sangrante donde se esconde cuando acaba el día; es el rescoldo de un tiempo perdido y sin vueltas, de un viaje que no hice por temor a no volver. Como si hiciera falta explicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario