En el Olimpo desde hace miles de años los dioses discuten y se quejan de la falta de fieles.
—Bueno es cierto que no quedan muchos que crean, pero gracias a las películas todavía nos recuerdan —dijo Hércules entusiasmado.
—Sin contar las secuelas —agregó Perseo.
—¿Se puede saber por qué soportamos a estos hijos de Zeus contaminados de humanidad? —dijo Atenea, la más inteligente.
—Me extraña que lo preguntes, querida hija, por el merchandising.
Sobre el autor: Guillermo Vidal
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