
Se cuenta que a la medianoche del invierno, cuando las noches son más largas que los días, si alguien se para frente a un espejo es posible que vea, no su rostro reflejado, sino el verdadero aspecto de su alma.
No es extraño encontrar que en esta temporada, en muchas casas los espejos se mantengan cubiertos.
Y si: terrible visión la de algunas almas...
ResponderEliminarY este cuento será reflejo de la tuya. Bonita, tu alma.
ResponderEliminarUn saludo.
Hay muchas que seguro que se olvidan pasarse por los espejos de sus dueños. Son tan distraídas que no saben ni a quién pertenecen.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tan bien escrito aviso, amigo Sánchez. ¿Será por eso que ni intento mirarme y sólo de soslayo?
ResponderEliminarqué peculiar puede ser tu proyección interna hacia el mundo... no es malo sentirse grande aunque al pasar a la realidad te quedes en mediano... las almas deberían airearse de vez en cuando...
ResponderEliminarme ha encantado